¿Nos atrapó la transculturación? El manganime y como influye en nuestra cultura personal 
El manganime es cultura
¿Cultura Otaku? Genshiken era un muestra de eso, al menos en Japón
El anime por otra parte es una producción audiovisual cuyo medio es la exposición televisiva, cinematográfica o en video. También está cargado de una serie de mensajes que fueron concebidos en el contexto de la cultura asiática, más concretamente la japonesa.
En ambos casos, se da el hecho de que tanto uno como el otro (y en conjunto) generan toda una gama de subproductos culturales: música, juegos, mercancía, etc., elementos que a su vez se expanden a través de todos y cada uno de los medios de comunicación.
Ante ese escenario ¿Cómo no estar influidos por eso? ¿Cómo algo a lo que nos exponemos constantemente por horas, días, meses y años no va a influirnos? Hoy en día vivimos en la transculturación mundial, las diferencias culturales se hacen cada vez más cortas y construimos una “macro-cultura” global. En casos individuales incluso construimos “culturas de bolsillo” para cada individuo. El manga y anime se ha difundido tanto y su exposición ha crecido tanto, que tiene un peso especifico tremendo en la cultura de cada persona que lo disfruta.
La culpa es de Internet
Internet, culpable de fomentar el vicio otaku
Si bien la causa del éxito del manganime está en las preferencias individuales de cada quien y el como satisface ciertos intereses, el atractivo de estas obras subyace en algo curioso: las similitudes y a las diferencias de nuestros patrones culturales y los japoneses. El contacto con el manganime de las generaciones mayores fue gracias al televisor y luego el Internet fue quien nos reveló que esto se llamaba anime. Hoy en día quizás es Internet es el primer medio de contacto.
¿Por qué nos gusta el manganime?
La transculturación del manganime en nuestro lado del mundo es una consecuencia directa de la exposición mediática de estas obras en las televisoras latinoamericanas. ¿Pero que es lo que nos atrae de este mundo?Les diré lo que descubrí por experiencias propia y con mi estudio. Aquellos que aprecian la secuencialidad de las historias son los primeros en quedar amarrados. El anime suele tener un principio y un fin, no son series que continúan indefinidamente, aunque hay excepciones ojo.
Otros que caen en la afición son aquellos que valoren la individualidad y la motivación al logro, dos temas habituales en estos trabajos y en la cultura japonesa. Otro factor es la increíble capacidad del anime y manga para abordar cualquier tema y llegar a cualquier grupo de edad o género.
Otro factor son las creencias exaltadas en el anime: La energía o espíritu interno, el destino (construido o fijado), la trascendencia espiritual; todo esto puede resultar muy atractivo; se que para mi lo fue. Esto puede ayudar a enriquecer el bagaje cultural de cada quien o al menos despertar la imaginación, lo que nos lleva a otro punto.
La afición al anime y manga nos suele poner creativos. Algunos escriben fanfics, otros hacer fanarts, algunos van más allá y se vuelven autores de dôjinshi. Hay quienes se aventuran a lo audiovisual, los que hacen fanzines o, claro, los que son cosplayers.
Recapitulando, el manganime es una subcultura transferida por los medios y asumida por sus aficionados, por ser parte de su infancia y por contener elementos que les atraen intelectualmente.
La transculturación que se produce por el manganime es un proceso natural, y la misma premisa puede aplicarse a todos los contenidos que se exponen en los medios sin importar su procedencia.
 
 
 
 
 

 
 
 
 
 
 
 
 
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